"EL BLOG MÁS LEÍDO EN CÁCERES SEGÚN EL ÚLTIMO EUSKOBARÓMETRO"

sábado, 30 de abril de 2011

"TRILOGÍA BERLINESA". GABARDINAS EN BERLÍN


Nunca es inútil combatir la maldad, escupe entre dientes esta especie de Philip Marlowe -con una Cruz de Hierro al mérito en su currículo- que es Bernie Gunther.
A este ex-poli de la Kripo siempre le recuerdan, ¡maldita sea!, que una vez, hace años, resolvió él solito el caso de un estrangulador llamado Gormann. Y eso ya le cansa al quemado, por las cosas de la vida y del amor, Bernie. Pero el otrora guripa dejó la policía alemana el día en que se dio cuenta de que en una báscula pesaba más el corazón frío de una sola cucaracha de detrás del lavadero de la cocina que el de la mayor parte de sus jefes y compañeros nacionalsocialistas de la Kripo.

Y ahora el humo de un cigarrillo serpentea sobre sus dedos mientras un poderoso industrial alemán le encarga recuperar un collar de diamantes y que investigue, de paso, quién ha asesinado a su hija. Ya sabéis, lo normal, la jornada rutinaria para un tipo que viste gabardina en primavera y que tiene una secretaria de ceñidísimas curvas que son aconsejables tomar en segunda. Eso que le pasa siempre a los tipos duros pero tiernos que se visten por los pies, tienen los nudillos cuarteados de dar golpes a las barbillas de acero de los gorilas y además escuchan bebop mientras se restriegan las cicatrices con vasos mediados de whisky sin hielo... porque una novela negra es sólo eso: un juego, un jeroglífico, una labor de desbroce que se lleva a cabo con la finalidad de ordenar un poco una trama sinuosa dada, generalmente muy rosa y muy mortal. Un poco de sexo, otro poco de amor fou, algunas balas y muchas palabras.
Además, si os fijáis bien, el género noir es siempre un género inconcluso: siempre hay alguien a punto de... ( a punto de morirse, a punto de matar, a punto de traicionar a alguien, a punto de acostarse con una mujer, a punto de resolver un enigma...)
Como la vida misma, vamos.


Pues eso, que entre nazis, repúblicas de Weimar, cristales rotos, estrellas de David y muchachas adolescentes rubias y de ojos azules de doce años que se evaporan en el trayecto del gimnasio a casa de sus padres, se mueve Bernie el de la Cruz de Hierro. Sí, hombre, el mismo que hace años atrapó él solito a un peligroso estrangulador que... Irónico, socarrón, divertido, cornudo, apaleado, desencantado, mujeriego... como todos los detectives y protagonistas de estas cosas del Noir que en el mundo han sido, son y serán desde que Hammett le puso la gabardina a Spade una tarde lluviosa de marzo y lo envió a resolver crucigramas de doce letras en la columna tres horizontal( H-A-L-C-Ó-N M-A-L-T-É-S). O sea, lo de siempre pero bien; lo que ya venía en la etiqueta de los antiguos aliños de los brebajes que vendían Chester Himes, Gardner y Cain, muñeca, ahora nuevamente agitados en la coctelera con 3/4 más de Himmler y una rodaja , nena, que me pierdes, de zumo de sangre aria recién exprimida del árbol de Dachau... el viejo blues de las aceras ensangrentadas de Chicago se ha convertido en un abracadabra en este cabaret de la humeante y loca Alemania post- Versalles y su oscura semilla abierta de podredumbre, odio y uniformes. Money, money, money... Money makes the world go around,The world go around,The world go around,Money makes the world go around,Of that we can be sure.(....) on being poor.


Bernie, como alumno aventajado del doctorado de las alcantarillas que es, ya sabe que la novela negra comienza justo cuando se pone el sol en los corazones de las mujeres, sobre los muelles y en los bares... cuando del interior de las casas se asoman en sospechoso silencio hombres con maletas marrones que esquivan la luz en penumbra de las farolas y se pegan demasiado a las paredes para que nadie los vea. Es entonces cuando comienza a oírse el jazz de las navajas oxidadas, el swing de los cuellos rotos y suenan acordes que siempre acaban en bang. Mein Herr. Los forenses brindan a la luz de la luna con ginebra de garrafón con el cadáver caliente todavía sin grapar y las inocentes vírgenes se ponen sus mejores ligas y se rocían la vagina de perfume barato y mentiras. Der tod.



Philip Kerr- el creador de Bernie, el poli de la Kripo que un día resolvió él solo el caso de un estrangulador de jovencitas que...- es un tipo de una agradable y rutinaria habilidad narrativa. Un escritor de género que sigue a rajatabla el itinerario marcado por el manual clásico de la serie negra y que no se sale apenas un milímetro de sus márgenes. Su "Trilogía Berlinesa" o "Berlin Noir"( compuesta por las novelas "Violetas de Marzo", "Pálido Criminal" y "Réquiem Alemán") es tan absorbente como convencional, sin que esto suponga un handicap o una contradictio in terminis. Para el lector que se haya asomado a más de media docena de clásicos de la novela de crimen y enigmas, "Trilogía Berlinesa" no supone ningún tipo de sorprendente hallazgo o conmoción literaria alguna. Kerr se limita a construir su Berlín de entreguerras sobre el firme andamiaje de los clichés de los originarios clásicos norteamericanos. Su virtud como narrador radica en, parafraseando a Pessoa, ser conciso y captar el interés del lector. La cualidad escurridiza de lo ameno. Ese gozo acomodado que proporciona la costumbre.
"Trilogía Berlinesa", aunque no invente nada nuevo, posee esos requisitos lúdicos imprescindibles para no agotar al lector antes de tiempo en este juego de espejos deformantes y reflejos distorsionados que es la novela negra.

Y le empezaron a temblar los labios como si acabara de mascar cristales rotos...

Pues eso. Justo eso.



Saludos Noir de Jim.



viernes, 22 de abril de 2011

LA MAISON EN PETITS CUBES, DE KUNIO KATÔ


Pequeños cubos olvidados en los que yo vivía contigo. Así se construye una vida, sumando uno a uno los recuerdos, mientras el agua nos va cubriendo sin apenas darnos cuenta. Más de ochenta lunas, primaveras, veranos, inviernos... dentro de esos pequeños cubos, contigo, siempre contigo. Pero nada permanece demasiado tiempo. Nada excepto las hojas arrastradas por el viento, la música, los libros, la tierra... y el amor. Y esos pequeños cubos olvidados- ahora que la casa está casi deshabitada, triste y misteriosa sin ti- albergan todavía el crepitar de todo lo que nos quisimos. Y llueve sobre la casa y la ciudad y yo me sumerjo en el agua para buscarte, para resistir al tiempo, para preservarte en la memoria de las ruinas en sombra que un día seremos. Desandando los días, juntos, retrocediendo en el tiempo, te vuelvo a tener a mi lado, mientras la lluvia ahoga la ciudad y nos hiela las mejillas. Porque cualquier pequeño gesto de amor vuelve a encender siempre el mundo y a habitar de nuevo los pequeños cubos olvidados en los que un día fuimos nosotros y felices.

Joya de la animación de apenas 12 minutos de Kunio Katô que se llevó el Oscar en el 2008(pinchar sobre el vídeo para ver en pantalla completa):



Saludos de Jim.

domingo, 17 de abril de 2011

DIANE ARBUS, LA BELLEZA DE LO ANÓMALO


Un hombre con un gastado traje gris y una vieja maleta de cuero se detiene en la acera, delante de unos niños que juegan. El hombre deposita la maleta en el suelo, se seca el abundante sudor que le perla la frente y les pregunta a los niños que hace un momento jugaban y ahora lo miran curiosos:

- ¿Sabéis qué es un fractal?

Los niños dicen que no y el hombre del traje gris gastado les dice que un fractal es un objeto semigeométrico, irregular, un objeto complejo en el que una parte tiene la misma estructura(estructura que se repite a diferentes escalas) que el total. Les explica que las nubes, los copos de nieve o sus sistemas circulatorios son fractales naturales. Les dice que un fractal es algo hermoso. Infinito y hermoso.
Los niños no acaban de entender bien ni tampoco les interesa demasiado lo que es un fractal, así que le preguntan qué lleva en aquella vieja maleta de cuero.

Él les dice que fractales.
Los niños, ahora súbitamente interesados, le piden que se los enseñe.

Así que el hombre abre su maleta. Está llena de viejas fotografías. Decenas y decenas de fotografías de niños con síndrome de Down, de gigantes judíos dentro de pequeñas estancias, de bebés que lloran, de hombres que se visten como mujeres, de enanos mexicanos, de personas tullidas, contrahechas... extrañas para la mirada de un niño. Sobre todo dentro de la mirada de un niño. Pero a medida que los niños contemplan aquellas viejas fotografías van siendo conscientes de que en aquellas imágenes existe una fascinante belleza que los seduce con su plástica hermosa y obscena. Ante sus ojos se revela una nueva y poderosa atracción: la potencia y magnitud de lo irregular, de cierto cautivador orden y armonía en lo que a primera vista parecía feo, grotesco y caótico.

Imágenes que parecen salidas de algún oscuro cuento de hadas, sacadas por el viento del sótano solitario del ogro bueno, hojas insanas y mágicas caídas del rugoso árbol del otoño.
"Los fractales", piensan los niños, que todavía no saben que se acaban de asomar al abismo desconocido, radiante y anómalo de lo cuántico, del algoritmo recursivo, del detalle infinito.

El hombre del gastado traje gris cierra la maleta y continúa su camino. Los niños vuelven a jugar en la acera y sólo uno de ellos le pregunta en voz alta que de quién son las fotografías.

- ... de una tal Diane Arbus... - dice el hombre sin darse apenas la vuelta.

Lo que aún no sabe aquel niño es que ese nombre de mujer y aquel mundo misterioso e insólito lo acompañará durante el resto de toda su vida.
Arbus. Diane Arbus. Fractales. Copos de nieve caídos en mitad de la noche. Hombres gigantes, niñas gemelas e inquietantes. Estrellas inusuales que explosionan en alguna esquina del universo. Hermosas perturbaciones de átomos en el espacio-tiempo curvo de los modelos estándar.







Saludos de Jim.

viernes, 8 de abril de 2011

SPANISH BAR, ANTES QUE EL DEBER ESTÁ EL BEBER



España sería otro país muy distinto-podría incluso haber sido la aburrida Islandia, por ejemplo- sin sus bares de cortos, martinis, tapa de ensaladilla o croquetas de la una del mediodía.
Un bar en España es un hogar, una morada, una lumbre, un espacio acogedor al que los españoles y españolas siempre regresan( algunos varias veces al día, si es que salen del local para algo).
Ya sabía hace mucho tiempo el maestro Luis Carandell, gran aficionado y cronista de esto de los bares españoles(memorable su artículo sobre los distintos tipos de cafés que piden los españoles en un bar) , que en nuestra Celtiberia Show se estila aquello de "aunque tengo mal las piernas bien visito las tabernas" o lo de "el hombre guapo ha de oler a vino y tabaco".

Por ejemplo, para hablar de lo que nos diferencia de una buena parte del resto de Europa hay que tener en cuenta que uno de los baremos más significativos- mucho más que el del PIB, el déficit, las divisas u otras escalas macroeconómicas- es el bar, la tasca, la vida dentro del espacio comunitario, de socialización y de encuentro que supone el típico bar español.
Aquí radica buena parte de esa nuestra idiosincrasia y carácter patrio. ¿Qué razones nos han llevado a valorar aquí este hecho diferencial con el resto del mundo? Pues muy sencillo.
Tú estás en Londres o en Ámsterdam y le preguntas al nativo europeo qué es lo que hay para visitar por allí cerca de dónde estáis y el nativo europeo te hace una perfecta rondé de museos, bibliotecas, edificios históricos, la casa de Ana Frank, la estatua de Peter Pan, la fábrica de moneda y timbre, etcétera.
Tú estás en Madrid, en Murcia o Coruña y un guiri le pregunta al nativo español- al Pepe, que pasa por allí, por ejemplo- qué puede visitar aquí y va y le suelta:

- ... bueno, ahora ya son las dos y cuarto, así que Casa Baldomero para tomar un rioja y una tapa no está mal, y después justo al lado está el Bar de Manolo(en todos los barrios españoles hay un Bar de Manolo) que tiene unos calamares fritos para chuparse los dedos con un par de cañas... y cruzando la acera, para no moverse mucho por culpa del calor y la deshidratación, está el "Chipirón", con un vino de la casa bueno y a buen precio que...

Y si lo dejas un poco le planifica personalmente(todo español lleva dentro un personal training frustrado) al Francés o Checo una ruta de vinos, yantar y bebercio que a las cinco ya va cantando el guiri la de clavelitos por la Calle Real.
Porque en buena parte del resto de Europa se desayuna lo que allí denominan "English Breakfast"(tocino, salchicas, huevos fritos, zumo, cereales...) mientras que en las barras de los bares españoles el encofrador y el camionero, a las ocho de la mañana, ya pide su Sol y Sombra, una cerveza, un bocadillo de jamón y un purito para hacer la digestión de camino a la obra.




Pero, vamos al meollo de la questión... ¿qué es un bar español clásico, cómo lo definimos científicamente, en que orden de cosas y jerarquía natural lo encuadramos?
A continuación expongo una serie de elementos imprescindibles e infalibles para reconocer un bar español de los de siempre, de los buenos, coño, de los de toda la vida, con dos cojones, que diría Torrente:

- El dueño se llama Manolo o Pepe y su mujer, que está en la cocina, Maruja o Charo. Suelen tener bigote, ellos, algunas manchas de grasa en la camisa a cuadros y cercos de sudor alrededor de la axila. Huelen a Varon Dandy o Brummel. La mujer suele asomar la cabeza un poco por la puerta de la cocina- siempre va con un mandilón con flores- cuando él le pregunta si quedan camarones o "cocretas de pollo". Al principio son un poco huraños y protestones, aunque a medida que aumenta la confianza y no dejas a fiar nada compruebas que son buenas personas, incluso amables.
Pura zoología.

- En el suelo suele haber serrín, para la mejor limpieza del local cuando los clientes habituales, a partir de las ocho, regurgiten los brebajes y las olivas; o para absorber antes la sangre de los posibles cadáveres de los jubilados que puedan ir cayendo durante el día después de tanta sangría y fritanga.

- Un auténtico bar español que se precie siempre tiene presidiendo sus paredes algún calendario Pirelli o Firestone del año 1978 con su correspondiente jamona enseñando pechuga(lo más Eros en aquel momento, como la mecedora de mimbre de Emmanuel), o un póster firmado de la alineación del Deportivo con Bebeto, Manjarín y Djukic junto con otro del Real Madrid o el Barsa actual.
También suele formar parte del Feng-Shui del bar español para canalizar las energías positivas y negativas algún cartel de Mirinda, un garrote con algún lema chusco sobreimpreso por si se te había ocurrido( "hoy no se fía, mañana sí") darte el piro; una estantería de cristal con vasos antiguos de nocilla medio sucios, una botella de Anís el Mono como aquella con la que salía un regional tocando en el inicio del programa "Raíces" y alguna botella mediada y polvorienta de un licor que se llamaba Cynar.




- Hay tres mesas siempre reservadas en un bar español: una para los pensionistas y jubilados que juegan al tute y al dominó, otra para la tía cabrona que hace el crucigrama en el bar y acapara el periódico durante dos horas y la última para que los hijos de los dueños hagan los deberes cuando llegan del cole, mientras le gritan a su padre que quite España Directo y ponga los dibujos de los Gormiti.
Tú te estás tomando tu cerveza y pincho de tortilla rancio mientras el niño le pregunta al Manolo cuáles son los afluentes del Ebro. ¿Quién dijo que los bares no culturizan?

- La bayeta amarilla empapada para limpiar la mesa forma parte de la idiosincrasia y personalidad inimitable del bar hispano y no puede faltar en ningún local que quiera hacerse respetar. El dueño la pasa en varios sentidos distintos mientras te pide que levantes el servilletero para dejar la mesa más enmerdada de lo que ya estaba, como con olas de grasa y arcoiris diminutos, si la miras de lado.

- En cada bar español siempre hay dos o tres clientes mirando el telediario- el parte- mientras comentan cada noticia a la vez que echan pestes del gobierno, del presidente del equipo de fútbol de su ciudad o dictaminan fundamentados axiomas sobre el calentamiento global: - ...ahora ya no hay invierno ni nada, cuando yo era chaval eso sí que eran diciembres y eneros... todo por culpa del calentamiento global, como dicen en el parte.
Al final siempre llegan a dos acuerdos firmes, sea de lo que sea de lo que están hablando: la culpa es de los políticos, que son todos unos ladrones y mangantes... y las mujeres son más raras que montar un acelerador de partículas a mano y sin instrucciones.




- Así como antes la mayor parte de los guardia civiles y policías acababan de taxistas, los matrimonios dueños del bar siempre vienen de Suiza, por eso muchos bares se llaman Berna o Zurich. Juntaron un pequeño capital y ahí están, con sus cañas, olivas y frutos secos aguantando chismorreos de clientes borrachos en vez de haberse quedado disfrutando de la calidad de vida de Basilea y del aire puro y sabroso de la montaña alpina.
También los hay con ínfulas literarias que juegan con sus nombres a la hora de otorgarle una denominación al local: BAR MILITO( Él se llama Miguel, ella Lina y el hijo Tomás); o algo que empiece con Bar, por lo de hacer la gracia: Bar-Tolo, Bar-quillo...
Sin palabras.

- Un bar español que no tenga colgando en sus paredes esos azulejos con lemas tabernarios del tipo: " La mejor inyección, el vino y el jamón", "Soltero y cuarentón, menuda suerte, cabrón" o " Si por fiar tengo amigos y los pierdo por cobrar, para evitar enemigos lo mejor es no fiar".
Cultura popular en estado puro.


- Un elemento característico de los bares clásicos españoles son los servicios o WC, que dice la gente más fina. Suelen ser de fuerza y de apuntar, de esos con agujero y que sanidad había prohibido pero siguen ahí, reinando gozosos en muchos locales. La cisterna suele estar estropeada y hay una toalla vieja y roída en vez de secamanos, aunque con el pringue de dos semanas sin lavar parece el mapa de la Tierra Media, con un extraño y oscuro país de Mordor en el centro que da que pensar.



Pues eso, amigos y amigas, en estos tiempos de garzones impecables y musculosos con camisetas de licra ajustadas negras, de bares de diseño blanco nitrógeno y estanterías con cañas verdes de bambú en jarrones de cristal con piedrecitas, de vinotecas climatizadas y armarios bodega, de locales con suministro de oxígeno y tapas vanguardistas del tipo de Higos frescos con foie caramelizado y longaniza de chocolate macerada con soja... es cuando más tenemos que proteger y preservar con nuestra presencia y parloteo estos entrañables locales clásicos españoles, con sus boquerones, calamares y empanadillas con palillo incrustado; los menús del día con servilleta todavía de tela a cuadros, esa bollería industrial de tres días sobre mostrador con las moscas encima, los calendarios de "Bar Javivi" te desea Feliz 2009 o los cupones de las promociones de los periódicos siempre recortadas en el lomo.

No hay como el calor del amor en un bar. Español, claro, con dos cojones.

Saludos de Jim.

lunes, 4 de abril de 2011

LOS HOMBRES HUECOS


"Nosotros somos los hombres huecos
nosotros somos los hombre rellenos
inclinándonos juntos,
la cabeza llena de paja. ¡Ay!
Nuestras voces resecas, cuando
susurramos juntos son apagadas y sin sentido
como viento en pasto seco
o patas de ratas sobre el vidrio roto
en nuestra bodega seca"( T. S. Elliot)



Tras el impacto apagué el coche y me quedé completamente inmóvil en el asiento. Tuve la lúgubre certeza de que ella había muerto. De pronto me costaba respirar, sentía que no había aire suficiente, las sienes me latían y golpeaban como un amplificado y doloroso repiqueteo de tambor en la cabeza. Había atropellado a una persona. A una mujer mayor y lenta que había intentado cruzar en rojo. Mientras la multitud se arremolinaba en torno a la mujer tendida en mitad de la calzada algo en mí se negaba a admitir que estuviera realmente muerta.

Estaba sucediendo todo como en una película, como si yo fuese el espectador ajeno a la trama perpetrada por un guionista mediocre, con la única diferencia de que aquí, hoy, ahora, me sudaban demasiado las manos como para que todo aquello fuese solamente ficción.

Llegaron tres coches de policía, dos ambulancias... me bajé como en trance, exhausto, todavía sin aire, del automóvil. Alguien me habló en voz baja, un policía se acercó a mí, me cogió las llaves y aparcó el coche de forma que no interrumpiera la circulación. Revisaron mis papeles. Todo en regla. No habría problema, me dijo el policía, pues varios testigos ya habían declarado que la mujer cruzaba de forma inapropiada y que la velocidad a la que yo circulaba era la adecuada.
De todas formas, no me sentía mejor.
El hombre de la ambulancia hizo un mohín alicaído y cubrió el cuerpo con una sábana. Mi oscuro presagio se había cumplido. La mujer había muerto.

De repente tuve frío. Algo me impedía ver y pensar con claridad. Algo oscuro, como un vapor helado que me envolvía por dentro. En ese preciso instante, me di perfecta cuenta de que , por fuerza, tenía que haber un antes y un después en la vida después de matar(aunque de forma no intencionada, fortuita) a un semejante, a una persona viva, aunque no la hubieses tratado nunca ni sintieses por ella el más mínimo afecto.
El ser humano es un animal ético, moral, imbricado por un millón de ramificaciones y afluentes diversos en lo colectivo.

Fue precisamente entonces cuando se me pasó por la cabeza que este antes y después nuevo no sería ni remotamente parecido a ningún antes y después que yo hubiera conocido o intuido antes. No era como ese antes y después que te invade y acciona un raro mecanismo interno tras ,por ejemplo, haber sido infiel a tu mujer, después de traicionar a un amigo o cuando pasas de la pobreza a la riqueza gracias a un buen golpe de suerte.
No, parecía algo mucho peor. Era ésta otra sensación totalmente distinta. No era solamente un molesto desasosiego; no era ningún tipo de íntima disonancia cognitiva pasajera y ajustable entre principios y pragmatismo. Era algo mucho más profundo lo que ahora estaba en juego.
Esto era algo que perduraría, pensé.

Metieron el cuerpo en la ambulancia y se lo llevaron. La multitud comenzó a dispersarse. Muy amablemente, dos policías me dijeron que cogiese de mi automóvil lo que necesitase y que, por favor, los acompañase a la comisaría para realizar los trámites pertinentes del atestado.
Entré en el coche, abrí la guantera y cogí las dos entradas. Solamente las dos entradas.


Estuve en comisaría declarando y cumplimentado informes menos de tres horas, pero tenía que volver al día siguiente para la reconstrucción in situ del accidente. Un psicólogo me recetó unas pastillas para dormir y me trasladó un puñado de breves consejos básicos para salir del paso durante una media hora.
Me dieron una infusión y salí a la calle, solo, pensando: ¿y qué es lo se hace y se piensa una mañana de sol de primavera tras atropellar y matar a alguien... cuando uno se queda solo? No lo sabía y no creo que hubiese ningún protocolo estipulado al respecto para estos casos en ningún manual.
Así que me puse a caminar sin dirección, aleatoriamente, intentando recomponer y encajar lo que me había sucedido aquella mañana. Tenía el sonido del golpe de un cuerpo humano sobre mi coche, parecido a algo cartilaginoso que se aplasta con un mazo de hierro. Tenía también la sensación de frío y la falta de aire. Tenía la desorientación del antes y el después. Tenía la imagen del cuerpo cubierto con una sábana blanca. Tenía... dos entradas. Las dos entradas que había cogido de la guantera. No me había acordado de nada más. Había buscado las entradas automáticamente, de forma inconsciente e instintiva, mientras el cadáver todavía caliente estaba siendo subido a la ambulancia.
Soy una persona de variadas aficiones y pasiones, pero la banda de Michael Stipe, Buck y Mills figuraba entre las primeras de la lista. Casi una obsesión. Habían sacado 14 álbumes de estudio y yo tenía más de 45, entre piratas, rarezas y demás, aunque nunca- por una u otra razón- había podido verlos en directo.

Aquélla iba a ser la primera vez. Antes del accidente, claro. Llevaba mucho tiempo pensando en aquel concierto. Las había comprado por internet hacía más de un mes: 170 euros cada entrada para la mejor ubicación del estadio- justo enfrente de la banda, a unos escasos veinte metros- bien merecían la pena.
Llamé al trabajo. Me disponía a telefonear a mi mujer cuando algo me detuvo.
Trataba de pensar. No sabía qué hacer. "Accelerate" era un buen disco, un disco de madurez, ya no eran unos críos, aunque les había quedado un poco corto. Contenía canciones muy potentes y con personalidad como "Supernatural Superserious" .Pero seguramente que esa noche tocarían la mayor parte del "Automatic for the people" y del "New adventures in Hi-fi", mis dos álbumes favoritos. Clásicos como "Low Desert", "Man on the Moon" y "Electrolite" caerían fijo.

El "Out of Time" lo había escuchado casi un millón de veces. Tenía hasta una rara edición limitada japonesa con dos bonus-track que había comprado en ebay por una cantidad muy respetable.
Me dije que no podía faltar. No me lo podía perder después de tantos sacrificios, ilusiones y búsquedas.
Sólo daban tres conciertos en todo el país. Y los tíos estaban en plena forma, ¿quién iba a saber si aquélla sería su última gira? Las tensiones entre los tres iban en aumento. Podían separarse, romper el grupo, cada uno por su lado. O incluso morirse. Ya había pasado antes en otras bandas. REM Kaput. Y yo habría perdido mi gran y única oportunidad de poder contemplar a mi superbanda favorita de todos los tiempos en directo. No podía faltar a ese concierto. ¿Por qué iba a hacerlo? Yo no conocía a aquella anciana, ella había cruzado en rojo, la muy loca se había abalanzado ,cruzando en rojo, contra mi coche... me había fastidiado la mañana y ahora, si la dejaba, incluso iba a amargarme el tan ansiado concierto de los de Georgia.... además, ¿qué se supone que se hace después de atropellar y matar a alguien? "Obra siempre de modo que tu conducta pudiera de servir de Principio a una Ley Universal", frase que había leído el día anterior en un suplemento dominical y había memorizado sin querer, como un estribillo de esos de alguna canción del verano que odias. Era de Kant. Pero, ¿qué significaba realmente aquello? ¿A qué principio universal se refería el filósofo? ¿Alguna vieja loca se había tirado alguna vez contra su coche para morirse después y amargarle el día? Colaboro con una ONG, voto a un partido progresista, creo en la redistribución de la riqueza, no soy partidario de la violencia, estoy a favor de las energías renovables, estoy en contra del maltrato a los animales, me preocupa el cambio climático... ¿no son esos suficiente "principios"? ¿ No encajaría dentro de esa supuesta Ley Universal suprahumana y moral fundamental aunque fuese a aquel concierto( al "CONCIERTO") después de lo sucedido?
Así que no llamé a mi mujer.

Me metí en el parque por la entrada de la avenida. Puse en el mp3 Apple granate que llevo siempre guardado en el bolsillo interior de mi chaqueta el "Around the Sun"- un disco vapuleado y menospreciado por la crítica pero al que yo había aprendido a valorar y a apreciar muy positivamente a base de cientos de escuchas- y me dirigí hacia la luz que se colaba entre los árboles. Sonaban aquellas primeras guitarras afiladas del "Electron Blue" y me dije que eran demasiados buenos aquellos chicos de Georgia para dejarlos escapar por culpa de una anciana y lenta desconocida. La contorsión del dolor y la desorientación que había sentido hasta ahora comenzaba a declinar; corría como el agua en un fregadero, vaciándose fuera de mí. Mi cuerpo y mi mente giraban alrededor de la música, envueltos ahora en acordes. Ya no sentía tanto frío. Cerré los ojos, sonaba "Wanderlust"... estaba perdiendo de vista poco a poco lo que me había pasado hacía solamente unas horas, todo la súbita y dolorosa certeza , el aturdimiento, el frío... llegó un momento en que ni mi propia indiferencia me asombraba.

Después del concierto le diría a mi mujer lo que me había sucedido por la mañana. Se lo contaría todo, sin omitir absolutamente nada. Le diría que hasta el trámite emocional y engorroso de lo que me había sucedido podía ser aplazado, postergado, por determinadas y vitales circunstancias como las de aquel nuestro concierto. El nuevo antes y después bien podía aguardar unas cuantas horas más en la nevera. Un dolor portátil, olvidado en un cajón durante unas horas por una buena causa. La vida es así, una entidad cuántica, 2+2 a veces son 5 o 7, lo imprevisible, esa deriva apenas intuida entre los recovecos, las contradicciones y las anfractuosidades íntimas. Ella lo entendería. No le daría demasiada importancia. Seguro que no. Me reconfortaba pensar en su comprensión. Ella diría que lo que había hecho era perfectamente normal, razonable, que yo no era un loco ni un insensible ni un tipo hueco y amoral que había ido a un concierto después de...

La mañana volvía a ser luminosa. Una desconocida había intentado arruinarla. Pero ahora ya no pensaba en principios morales y leyes universales. Sólo intentaba imaginarme cómo sonaría en directo el "Man on the moon" a tan solo veinte metros de distancia.

Un gran concierto me esperaba.

Saludos de Jim. Todo el mundo lleva un joven Raskólnikov dentro.